jueves, 25 de septiembre de 2008

Número 30: Entre el Clásico y el Romántico


Los períodos de la historia de la música generalmente no coinciden exactamente con los de otras artes, por ejemplo el renacimiento musical no está directamente relacionado con el renacimiento en las artes plásticas, ni siquiera es tan cercano con el de la literatura, aún cuando sí conserva cierto punto en común: la inclinación por la tragedia griega; la cual, en la música, y siguiendo el método de "ensayo y error", fue integrada a las composiciones de ciertos maestros italianos, quienes quisieron fusionar la lírica trágica griega con la música y como resultado tenemos la Ópera.

Ahora bien, dos períodos que sí se coinciden con los de otras artes son el Clásico y el Romántico, especialmente en el área germánica. El período del Clasicismo en la Música es bastante corto, en un sentido estricto dura 50 años, aproximadamente de 1750 a 1800, claro está que su influencia sigue escuchándose en compositores como Johannes Brahms en plena cúspide del romanticismo o Serguei Prokofiev, quien compuso una sinfonía conocida como "Clásica" durante el período contemporáneo (eso es, en el pasado siglo XX).

El clasicismo musical, como sus paralelos en otras artes, se caracteriza por cierta intelectualidad, búsqueda de la perfección, del equilibrio y, desde mi punto de vista, cierta frialdad implícita. Todo lo anterior contrasta con la creación romántica, la cual desborda emociones, razón por la cual a Brahms se le llama "el más romántico de los clásicos", lo cual invertido sería "el más clásico de los románticos", porque si bien el maestro era detractor de la música descriptiva y se apegaba a las estructuras perfectas, tal cuales las del clasicismo, y componía música pura o absoluta, es decir música que trataba solamente sobre música, sin ninguna clase de evocación fuera de lo que era la música, por otra parte no pudo evitar expresar emociones de grandiosa intensidad (sólo hace falta echarle una vistazo, o más bien una oída, a su Sinfonía No. 4, que no es la única que demuestra lo expresado, pero es mi favorita).

Hace unos meses comenté acerca de Werther de Johann Wolfgang von Goethe. El protagonista de esta novelita del maestro es un romántico que vive en el clasicismo, su muerte es una protesta contra un sistema caduco que privilegia la razón sobre la emoción, en oposición al romanticismo que a la inversa dará preeminencia a la emoción sobre la razón.

El post anterior fue sobre Los Viajes de Gulliver, una obra escrita en pleno Clasicismo como parodia de los relatos de viajeros y que se mofa de la insensatez y hasta me atrevo a decir insensibilidad del ser humano durante la Ilustración misma.

Ahora quiero tratar, en los dos posts siguientes, sobre dos obras que me parece que continúan en la tradición de Gulliver y Werther, las cuales son Las aventuras del Barón de Munchausen y Las aventuras de Peter Schlemihl (se vendrán dando cuenta de que me gusta bastante esto de "las aventuras").


Imagen: http://www.musicwithease.com/brahms-01.jpg (en la imagen, Johannes Brahms a los veinte años, muy diferente de las imágenes posteriores).

2 comentarios:

q u i n o ƒ ƒ dijo...

Brahms, Brahms... ¡qué músico! No es fácil porque no hace concesiones; es pura honestidad, expresivamente hablando, y todo un hombre del Norte, temperamentalmente hablando. En tu posteo sabes encuadrar perfectamente al hombre en su contexto, para explicarlo; ¡excelente!
En los compositores, una de las cosas interesantes de observar es cómo el mundo exterior modifica (o no) su mundo interior; los germanos, creo yo, son músicos mucho más "de adentro hacia afuera" que los latinos; próceres de la abstracción sonora, capaces de recrear un mundo tomando las 7 notas y sus posibilidades. En eso son casi inigualables. Aun así, pienso que los mejores creadores europeos fueron los que conciliaron el mundo latino y el mundo nórdico (es, claro, una teoría personal).

Pero Brahms... Brahms es Norte. Grande, inmenso Norte.

Petoulqui dijo...

Estimado Quinoff:

Ya sabés que para algunos de nosotros es difícil, si no imposible, separar la música de los otros ámbitos. Y en el caso de la literatura y la música, para mí son dos ramas de un mismo árbol.

Sí, qué ejemplar es Brahms, eh.

Coincido con lo que escribís acerca del germanismo: "de adentro hacia afuera". Y una vez más nos compartís una interesante teoría, en efecto, creo que tenés razón, los mejores creadores concilian (en este caso, el mundo latino y el mundo nórdico), Mozart lo logró a mi parecer.

Sí, qué viva el Brahms.

Saludos,

Peto