viernes, 31 de julio de 2009

Número 50: Los best-sellers y yo...


Pues, tiempo atrás escribí que yo huía de los best-sellers. La verdad, solamente el término se me hace desagradable: "best-seller". El mejor vendido. Asocia literatura con comercio. En todo caso, no es algo tan insólito ni mucho menos inaudito (¿cometeré un pleonasmo con mi anterior aseveración?), los artistas necesitaron mecenas en el pasado y algunos vendieron sus obras a muy buenos precios; pero quizás la diferencia estribe en que una cosa sea vender una obra que sea honesta, que salga de las mismas entrañas del autor, y otra muy distinta sea crear para complacer al público, darles exactamente lo que quieren; y lo que más me molesta: facilitarles las cosas.

Pero, creo que debo de reconocer que fruto de mis últimas lecturas he llegado a la conclusión de que no todos los best-sellers son tan malos, así como no todas las supuestas obras trascendentales son tan buenas.

A lo mejor, todo depende de llamarle a las cosas por su nombre.

Por ejemplo, cuando leí "Tiburón" (Jaws de Peter Benchley) lo disfruté muchísimo. Me pareció que los personajes estaban bien caracterizados (un aspecto que me importa mucho), me llamaron la atención todas las subtramas y, además, la lectura fue amena. No me pareció que la obra careciera de inteligencia, todo lo contrario, se me hizo bastante ingeniosa. El suspenso se mantuvo todo el tiempo y, alcanzando el final, fue terriblemente emocionante. Pero, aún tomando en cuenta todos los elogios que le pueda hacer, Tiburón sigue siendo un best-seller.

Cuando el año pasado leí "El Exorcista" de William Peter Blatty, sabía que era un best-seller. No por eso, sin embargo, dejo de impresionarme la excelencia de la narración, la delicadeza con que estaban tejidas las sub-tramas y sus personajes de un carácter magnífico. Fue emocionante leer la obra. Quizás no me hizo reflexionar acerca de demasiadas cosas, aún cuando sí sobre algunas, pero fue una lectura con cierto fondo.

Ahora que estoy leyendo las obras de Sherlock Holmes escritas por Arthur Conan Doyle, se repite el fenómeno de la amenidad. La paso muy bien leyéndolas, aún cuando sé que todas responden a ciertos esquemas que están ahí para complacer a determinado público. Pero no me parece que por ello, las aventuras de Holmes sean algo descerebrado. Quizás, simplemente, no son tan pedantes ni tan sutiles como algunas otras obras que me han movido más a la reflexión, pero de ninguna manera son un churro (dele clic y lea la acepción tres que nos presenta el wikcionario...).

Vaya, sólo por si no quieren darle clic, el wikcionario, en su acepción número tres de "churro" reza así: "Obra de mala calidad." Y creo que he aquí la diferencia primordial, el límite que separa unos best-sellers de otros, así como algunos libros pesos pesados de otros supuestamente "heavies" (según la tercera acepción que nos da wordreference de heavy: "duro, fuerte, exagerado"). Todo es una cuestión de calidad, y quizás de perspectiva, no queda más que citar al buen Lex Luthor en la voz de Gene Hackman recitando una línea posiblemente escrita por Mario Puzo en el filme Superman de 1978: "Some people can read War and Peace and come away thinking it's a simple adventure story. Others can read the ingredients on a chewing gum wrapper and unlock the secrets of the universe."