sábado, 27 de septiembre de 2008

Número 31: Las aventuras del Barón de Munchausen


Aún cuando ya he terminado con la (primera) serie de Libros y Filmes, no puedo evitar el recordar que la primera vez que tuve contacto con el portentoso Barón de Munchausen fue a través de la película Las aventuras del Barón Munchausen, acerca de la cual hasta hoy me doy cuenta que fue dirigida por Terry Gilliam (el de Doce Monos). El filme me gustó mucho. La primera vez que lo vi completo tenía 17 ó 18 años, ya antes había visto trozos, pero esta primera proyección completa fue determinante. No solamente es ésta una de mis películas favoritas, sino que la prefiero sobre el libro.

Pero, no puedo negar que el libro es muy importante. Para empezar, el Barón de Munchausen existió, era un noble alemán del siglo XVIII, y era famoso por sus historias de tipo fantástico. Tan famosas eran sus historias que fueron recopiladas por un escritor y científico, Rudolf Erich Raspe.

¿Por qué es importante este librito de aventuras inverosímiles? Pues, algunos plantean que las aventuras del Barón, sus invenciones digamos, sus mitomanías, son una reacción ante el extremo racionalismo del siglo de las luces, y un preludio para la explosión romántica por venir.

En una época que privilegiaba la razón, sacrificando la pasión, qué mejor que las disparatadas historias de un noble que desafiaba la lógica, más aún la sensatez, con sus charlatanerías, y obviamente sólo lo más ilusos le creerían, pero los otros, quienes necesitaban un respiro de tanta armonía, éstos no era que le creyeran sino que querían creerle.

El barón narra cosas completamente imposibles. Solamente es necesario recordar ese capítulo cuando un lobo comienza a perseguir el carruaje en el cual viaja nuestro noble protagonista, y de alguna manera (ya no recuerdo exactamente cómo), la fiera queda colocada entre nuestro héroe que lleva las riendas y su cabalgadura. El lobo, entonces, comienza a comerse al caballo poco a poco, primera las ancas, luego el tronco, finalmente la cabeza, y queda atrapado en las riendas. El barón, con su característico ingenio (que no genio) comienza a fustigar al salvaje depredador con su látigo, y el feroz animal, aterrorizado por el dolor, corre como nunca y lleva al Barón a su destino en un santiamén.

Nadie podría creerlo. Pero en aquella época de frialdad (que negaba el desborde de los sentimientos, la pérdida de control sobre uno mismo, el desenfreno), éstos relatos eran como una buena copa de vino para el alma.


jueves, 25 de septiembre de 2008

Número 30: Entre el Clásico y el Romántico


Los períodos de la historia de la música generalmente no coinciden exactamente con los de otras artes, por ejemplo el renacimiento musical no está directamente relacionado con el renacimiento en las artes plásticas, ni siquiera es tan cercano con el de la literatura, aún cuando sí conserva cierto punto en común: la inclinación por la tragedia griega; la cual, en la música, y siguiendo el método de "ensayo y error", fue integrada a las composiciones de ciertos maestros italianos, quienes quisieron fusionar la lírica trágica griega con la música y como resultado tenemos la Ópera.

Ahora bien, dos períodos que sí se coinciden con los de otras artes son el Clásico y el Romántico, especialmente en el área germánica. El período del Clasicismo en la Música es bastante corto, en un sentido estricto dura 50 años, aproximadamente de 1750 a 1800, claro está que su influencia sigue escuchándose en compositores como Johannes Brahms en plena cúspide del romanticismo o Serguei Prokofiev, quien compuso una sinfonía conocida como "Clásica" durante el período contemporáneo (eso es, en el pasado siglo XX).

El clasicismo musical, como sus paralelos en otras artes, se caracteriza por cierta intelectualidad, búsqueda de la perfección, del equilibrio y, desde mi punto de vista, cierta frialdad implícita. Todo lo anterior contrasta con la creación romántica, la cual desborda emociones, razón por la cual a Brahms se le llama "el más romántico de los clásicos", lo cual invertido sería "el más clásico de los románticos", porque si bien el maestro era detractor de la música descriptiva y se apegaba a las estructuras perfectas, tal cuales las del clasicismo, y componía música pura o absoluta, es decir música que trataba solamente sobre música, sin ninguna clase de evocación fuera de lo que era la música, por otra parte no pudo evitar expresar emociones de grandiosa intensidad (sólo hace falta echarle una vistazo, o más bien una oída, a su Sinfonía No. 4, que no es la única que demuestra lo expresado, pero es mi favorita).

Hace unos meses comenté acerca de Werther de Johann Wolfgang von Goethe. El protagonista de esta novelita del maestro es un romántico que vive en el clasicismo, su muerte es una protesta contra un sistema caduco que privilegia la razón sobre la emoción, en oposición al romanticismo que a la inversa dará preeminencia a la emoción sobre la razón.

El post anterior fue sobre Los Viajes de Gulliver, una obra escrita en pleno Clasicismo como parodia de los relatos de viajeros y que se mofa de la insensatez y hasta me atrevo a decir insensibilidad del ser humano durante la Ilustración misma.

Ahora quiero tratar, en los dos posts siguientes, sobre dos obras que me parece que continúan en la tradición de Gulliver y Werther, las cuales son Las aventuras del Barón de Munchausen y Las aventuras de Peter Schlemihl (se vendrán dando cuenta de que me gusta bastante esto de "las aventuras").


Imagen: http://www.musicwithease.com/brahms-01.jpg (en la imagen, Johannes Brahms a los veinte años, muy diferente de las imágenes posteriores).

lunes, 22 de septiembre de 2008

Número 29: Los Viajes de Gulliver


Ridículamente orillada al papel de cuento infantil, recortada únicamente a dos de sus partes (denominadas, “En el país de los enanos” y “En el país de los gigantes”, respectivamente Viaje a Liliput y Viaje a Brobdingnag) y, en ningún caso reconocida como lo que realmente es, una novela tal cual, y más importante, una obra extremadamente inteligente; se le ha robado a esta narración magistral lo que es más importante en ella: la sátira.

Swift se mofa del ser humano, criatura tan autosuficiente, tan arrogante, tan absurda a fin de cuentas. Y específicamente se burla de la sociedad británica del siglo XVIII, de su forma de vida, de su política, de cómo se ve a sí misma.

Nos muestra al colonialista como se siente reflejado: de repente un gigante, de repente un enano, de repente un hombre sensato, de repente una bestia peor que cualquier animal: un yahoo.

Esto y más (porque cada quien habrá de interpretarlo a su manera) son los Viajes de Gulliver.

La obra se divide en:
Primera Parte: Viaje a Liliput
Segunda Parte: Viaje a Brobdingnag
Tercera Parte: Viaje a Lupata, a los Balnibarbas, a Glubbdubdrib, a Luggnagg y al Japón
Cuarta Parte: Viaje al país de los Houyhnhnms

A mi criterio, la más interesante de todas es la cuarta parte, la cual corresponde al país de los Houyhnhnms, los sensatos caballos que conviven con los irracionales e insensibles yahoos, similares a un estadio salvaje del género humano. Dicen los Houyhnhnms “nadie puede desobedecer a la razón sin prescindir de su derecho a considerarse una criatura racional”.

La mayoría de obras que me gustan comparten el hecho de conservar su vigencia. ¿Acaso lo que escribió Swift sobre la relatividad de la grandeza del ser humano, sobre su humanidad en sí, ha perdido un ápice de actualidad?

¿Cuál es la conclusión final acerca del buen doctor inglés y su especie a la que llega el rey de Brobdingnag? “Asombrábale que un impotente y vil gusano como yo era (estas fueron sus propias expresiones) pudiese mantener tan inhumanas ideas de modo tan familiar, al punto de parecer inconmovido por las escenas de sangre y desolación que había pintado como efectos comunes de aquellas destructivas máquinas, que algún mal genio, enemigo del género humano (decía), debió de haber inventado por primera vez.”

(Originalmente publicado en la edición de la Revista Lunapark del mes de agosto de 2008)


sábado, 20 de septiembre de 2008

Número 28: La máquina del tiempo


Número 28 de Mis Libros Favoritos y otros más, en el año 2008, cuando tengo 28 años. Interesante, se me hace.

La máquina del tiempo fue el primer libro que leí de H. G. Wells. Mentiroso, como he sido a veces, en el año 1992 (en ese entonces tenía 12 años), afirmé en un examen final, el de Idioma Español, que había leído "La Guerra de los Mundos" , y desarrollé una brevísima reseña en la serie final de la mentada prueba. Dieciséis años despúes sigo tratando de terminar el pinche libro editado (para mi desgracia) por la editorial Bruguera en su Colección Juvenil (o nombre semejante).

Fue hasta 1999 cuando leí "La máquina...", ¿por qué? pues, mi amigo Mario Antonio quería leer el libro y me lo pidió prestado, y yo le respondí que con mucho gusto, pero que primero iba a leerlo yo. Y como era una edición de Norma, de esos "flip books" bien chileros, con traducciones entretenidas, lo terminé rápidamente.

Si pudiera volver en el tiempo, hablaría conmigo mismo y me explicaría la importancia de terminar ese montón de libros acumulados a través de los años en la zona de inconclusión. Pero, ni modo, le toca a mi yo de hoy hacer lo que no quiso mi yo de ayer.

En "La máquina del tiempo" de Herbert George Wells, un científico británico inventa un dispositivo que le permite viajar por la cuarta dimensión. Según H. G. aparte de las tres dimensiones tradicionales: largo, ancho y volumen, había una cuarta: el tiempo. Y se podía viajar por él como por las otras dimensiones. Tendremos que recordar la fecha cuando fue escrita la obra. Herbert lleva a su protagonista a un futuro extremo y distópico con dos subespecies de la humanidad, una débil y estúpida que actúa como ganado para otra, astuta (pero, igualmente estúpida) y fuerte que actúa como depredador.

Herbert plantea que con el tiempo, la clase dominante se había tornado débil y estúpida por su vida vegetante y la clase obrera se había tornado astuta, pero igualmente estúpida por la falta de ilustración, sin embargo conservaba sus fuerzas porque trabajaba. Los papeles se dieron vuelta y los subterráneos, llamados morlocks, dejaron vivir a los de la superficie para poder alimentarse de ellos. Reitero, eran su ganado.

La máquina del inventor es sustraída por los morlocks y debe recuperarla para regresar a su "paradisíaca" época victoriana.

Mi adaptación favorita es, y creo que siempre será, la de los años '60. No es completamente fiel, pero me parece que era interesante. La adaptación más reciente, me parece que se mete a asuntos algo filosóficos, con un Jeremy Irons algo siniestro, pero realmente no me parece que aporte nada, salvo la premisa inamovible de que no es posible cambiar la historia, que lo que ha de suceder sucederá en una especie de determinismo sin sesos.

De la película sesentera recuerdo dos escenas que me impactaron, cuando el inventor le pregunta a los "semovientes" de la superficie acerca del destino de la cultura, de los libros, y ellos lo llevan a una pequeña librera. El inventor toma un libro y éste se deshace en sus manos, así como todos los demás, causándole una gran desesperación (esto lo puedo entender muy bien). Y la otra es cuando uno de los "semovientes superficiales" es llevado a su límite por los morlocks y le propina un fuerte puñetazo a uno de ellos. Me pareció sumamente significativo.

Hay una versión intermedia, del año 1979, en ella el protagonista es el mismo H. G. Wells, quien supuestamente, inventó una máquina del tiempo. El personaje es interpretado por Malcolm McDowell. El filme es titulado "Time After Time", y la trama no está relacionada con el argumento de "La máquina del tiempo", es completamente otra historia. De esta película recuerdo la frase pronunciada por Herbert: "Cuando un hombre emplea la violencia es porque se le han acabado las ideas". Magistral, realmente.

En conclusión, el libro más entretenido que he leído de H. G. Wells ha sido La máquina del tiempo (si bien, sólo he leído dos, el otro es El hombre invisible), y lo recomiendo totalmente. También las adaptaciones fílmicas son interesantes, supongo que en gustos se rompen géneros.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Número 27: El Fantasma de la Ópera


Ésta es una obra que tiene un significado especial para mí porque su protagonista es un músico. Y aparte es interesante porque es una novela de tipo gótico y del género policíaco.

Quién no conoce, al menos de manera lejana, el mito (más bien la leyenda) del fantasma de la ópera. No es necesario que a uno le guste la ópera para que pueda apreciarlo. Cuando quiero explicarles algunos temas a mis alumnos (como la esquizofonía), les narro breve y concisamente las desventuras de tal fantasma.

Pero, ¿quién es el fantasma de la ópera? ¿es realmente un fantasma? ¿o qué es? ¿valdrá la pena que lo explique aquí, que me robe el ingenio de Gaston Leroux? Definitivamente no. Ésta es una obra para ser leída. Hasta sale uno aprendiendo algo de ópera y de la música en general.

Leyendo la obra de Gaston Leroux, que como buena novela policíaca es bastante digerible pero nada simplona, uno se encuentra con la bella Christine Daaé y al joven vizconde Raoul, dos jovencitos enamorados, y también con el persa, un personaje misterioso cuyas intenciones parecen ser maléficas y quien, por otra parte, parece tener cierto conocimiento del fantasma. Y, luego pero no menos importante, el Ángel de la Música, enviado por el Maestro Daaé, el difunto padre de Christine.

El librito es una maravilla, sin lugar a dudas, perfectamente estructurado, de ninguna manera una decepción, más bien una sorpresa.

Ahora bien, acerca de los filmes, solamente he visto la versión más actual basada en el musical con música de Andrew Lloyd Weber. Me pareció un filme bien realizado, pero al leer el libro uno se da cuenta que está muy alejado del texto original. Me parece que tanto en esta película como en el Drácula de Francis Ford Coppola, los monstruos (que eso son, sin duda. Y no me refiero solamente a asuntos fisonómicos) adquieren cierto toque de héroe romántico, de pobre diablo incomprendido y definitivamente algo se pierde. Y debo añadir que aún sin haber visto nunca el filme silente de 1925, me parece notorio que la mejor caracterización del personaje hasta el momento es la de Lon Chaney.

Hay algo curioso con respecto al tema del Fantasma compuesto por Lloyd Weber, si uno escucha detenidamente la pieza Echoes de la banda Pink Floyd puede notar que los motivos musicales de ambas son muy similares. Hay toda una controversia con respecto a este tema. En lo personal, me inclino por creer que se trata de un plagio intelectual, aún si fuera inconsciente.

Ya que trato el tópico de la música en esta obra, históricamente se ha asociado la Toccata y Fuga en Re menor, atribuida a J. S. Bach, como la obra que el fantasma toca en el órgano. Aún cuando es posible que interpretara esta obra alguna vez (no sería por una indisposición técnica que se viera privado de hacerlo), y es posible que la apreciara (porque el fantasma amaba las obras que demostraban una seriedad en la armonía, la melodía y el contrapunto perfectos, o sea al más puro estilo de Johann Sebastian), la composición que era realmente su favorita era el Dies Irae, el himno funerario gregoriano.

El no mostrar esto en las adaptaciones fílmicas, según mi criterio, es un verdadero error. Si mencionara aquí porque era el Dies Irae la obra favorita del fantasma, posiblemente le arruinaría la lectura a alguien seriamente interesado en comprender la obra. Por lo tanto, no diré más al respecto...

Imagen: Procedencia desconocida (estaba entre las fotos de un usuario de hi5 que se hacía llamar The Phantom, pero no sé cómo encontrarlo actualmente; sin embargo, me parece que la imagen es la adecuada: es la caracterización de Lon Chaney).

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Número 26: Pantaleón y las Visitadoras


Pantaleón y las Visitadoras fue originalmente una novela de Mario Vargas Llosa. Sobre este autor solamente puedo decir que me parece un ser humano horrible y, a la vez, un buen escritor. No puedo decir, sin embargo, que haya leído mucho de su producción, no. De Vargas Llosa he leído "Los Cuadernos de Don Rigoberto", novela que aún cuando me pareció interesante fue difícil de terminar; "Los cachorros", obra amena, como un cuento largo más bien; y "Pantaleón y las Visitadoras". De las tres la que me gusta más es la última, le sigue "Los Cuadernos..." y en último puesto se encuentra "Los cachorros".

En las tres se trata el tema sexual. Esto no es lo que más me gusta en una obra, debo decir. De hecho, creo que es lo que menos me interesa. Recuerdo, cuando éramos jóvenes y nos llamaba la atención leer, por ejemplo, esas porquerías que escribía Cuauhtémoc Sánchez, específicamente esa infamia de "Juventud en éxtasis" (bueno, en realidad, esta fue la única que leí); como lo escribí arriba, éramos jovencitos, teníamos curiosidad, pero ahora hay otras cosas que me interesa leer.

Aún así, hay autores como Milan Kundera, cuyo enfoque del tema sexual siempre me ha parecido... digamos, elegante, refinado. Vargas Llosa no es así, parece que el tema le apasiona, por no decir que le obsesiona, y claro, tiene su público, pero bien ganado, creo, porque Vargas Llosa ciertamente que sabe escribir. Leer uno de sus libros no sólo es un reto porque conlleve cierta carga intelectual, sino porque a este escritor le gusta innovar en cuanto a técnicas narrativas se refiere, esto me parece meritorio. Como dije, no he leído muchos libros de él, pero en los ejemplos que tengo de su obra, me parece que hay un cierto grado de calidad y trascendencia.

Ahora bien, sobre Pantaleón y las Visitadoras específicamente, me parece que la obra es buena por lo dicho, pero también por su temática. Lo que me interesó de la novela fue cómo el autor demostraba que la Sociedad, en general, es hipócrita y fanática, propensa a caer en los extremismos que tanto daño causan. Ampliando en lo de la hipocresía, caemos en aquello de "la ropa sucia se lava en casa", principalmente debido a que a las trabajadoras sexuales se las asocia con las lavanderas a domicilio.

El personaje más impresionante de la obra definitivamente es el Capitán Pantaleón Pantoja, un hombre eficiente en todo lo que emprende, incluso en la misión que le asignan como administrador del Servicio de Visitadoras, trabajadoras sexuales asignadas para satisfacer las necesidades primarias de los soldados, y de esta manera solventar la ola de abusos sexuales cometidos en el área de Iquitos. Pantita (como le llaman sus subalternas, las visitadoras) resulta tan proactivo que pone en funcionamiento un sistema cuasi-auto-sostenible, y pronto todas las "lavanderas" del área quieren trabajar para él, sin tener idea de que en realidad es un militar. Al mismo tiempo, se gana la supuesta antipatía del Sinchi, un locutor de radio que tiene un programa moralizante (quien lo que desea, a fin de cuentas, es extorsionar a Pantita).

Sobre el filme (1999), hemos de reconocer que recorta la obra para hacerla ajustar en su formato, el cual coincide un poco con las telenovelas producidas en el cono sur en los últimos años. Para muestra un botón: los protagonistas, Pantaleón y la Colombiana (en la novela es la Brasileña), son interpretados por Salvador del Solar y Angie Cepeda (quienes protagonizaron la telenovela peruana "Pobre Diabla" ). Sería tonto señalar que esta adaptación se centra mucho en las escenas eróticas, el libro es muy parecido como lo justifiqué arriba. En todo caso, es una película entretenida, hasta cierto punto fiel al libro. En el recorte se pierden cosas interesantes como el culto del Hermano Francisco, llamado también "el santo de la cruz".

Algo curioso, que me sucedió mientras escribía esta reseñita informal, fue que me encontré en Youtube una entrevista que le realizaron a Vargas Llosa durante cierto festival, en la cual narra cómo fue la filmación de la primera adaptación de "Pantaleón y las Visitadoras" en 1975. Si bien arriba anoté que Mario Vargas Llosa me parece una persona horrible, después de ver el mencionado video le tomé una mínima simpatía; se los recomiendo.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Número 25: El Callejón de los Milagros

Creo que fue en el año '99, o a lo mejor en el 2000, viéndolo bien quizás hasta haya sido en el 2001, en todo caso fue cuando mi sistema de tv por cable todavía me proveía de un canal que sí pasaba buenas películas. Un día vi que anunciaban un tal "Callejón de los Milagros" y una de las actrices que protagonizaba era Salma Hayek. Así que me decidí a ver el filme, y la verdad, me pareció muy bueno. Supongo que más que todo porque me identificaba con Abel, el peluquero pobre enamorado de Alma, el personaje que interpretaba Salma Hayek. Es más, Abel era interpretado por Bruno Bichir, actor que me recuerda a mi amigo Octavio (pero he de reconocer que también pienso que se parece a Keanu Reeves; y aún más, hay quien dice que mi amigo y yo nos parecemos).



La película estaba planteada por capítulos, tres según me recuerda Wikipedia: Rutilio, Alma, Susanita y un epílogo titulado El Regreso.

Ahora bien, a pesar de que todavía le tengo cierta estima a la película, resulta que hace unos años, creo que fue en el 2003, encontré en la Librería Pelayo (la cual, según he oído está por cerrar, espero que no) una obra titulada "El Callejón de los Milagros" de un tal Naguib Mahfuz. Como se imaginarán, sentí grandes deseos de comprar el libro y leerlo, y lo hice.

Y eso fue lo malo (o lo bueno, juzguen Vds., juiciosos lectores), puesto que a partir de entonces pasaron dos cosas: una fue que quedé fascinado con la obrita y otra, que el filme palideció.

Uno lee a Mahfuz y El Cairo, esa ciudad misteriosa, aparece ante nuestros ojos, los personajes están maravillosamente caracterizados, la historia es apasionante, cruel, humana. Hay que enfatizar que las historias, tanto de la adaptación mexicana como de la obra original, se desarrollan en lugares y fechas muy distintos: el filme se desarrolla en el Centro Histórico de México D. F., en una vecindad específicamente, durante los años '90; y la novela está ubicada, como se dijo, en Egipto en los años '40, incluso durante la Segunda Guerra Mundial. Pero, el guión fue bien adaptado y encontramos motivaciones similares en los personajes y soluciones específicas, pero comparables, para sus problemas.

Nunca he leído otro libro de Mahfuz. Como con otras cosas, la promesa de hacerlo se me ha olvidado, o me he hecho el olvidadizo. Pero, su "callejón" es inolvidable y por supuesto es uno de mis libros favoritos.

A pesar de lo dicho, si alguien no hubiera visto el filme, yo sí lo recomiendo. Como anoté, me gustó mucho en su momento y reconozco que viendo algunos fragmentos en Youtube, sentí igual contento que en mi primera juventud. Si quieren echar un vistazo, aquí está el link para ver la primera parte en el mencionado sistema de videos.

Imagen: http://foto.rambler.ru/photos/lookkil/1/callejon2/callejon2.jpg

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Número 24: El Señor de los Anillos

Para alguien como yo, a quien le encantan los cuentos, El Señor de los Anillos era un libro obligado (pero nunca impuesto).



Cuando yo era niño no era muy común que la gente tuviera cable porque, para empezar, no había cable. Sin embargo, algunas pocas personas privilegiadas tenían antena parabólica (me la pasé años pensando en el porqué del nombre "parabólica"), y en una de estas casas con "antena parabólica", una vez, hace mucho tiempo vi un filme animado (con dibujos, así era en esa época), en el cual (al menos) dos ejércitos parecían enfrentarse en un conflicto épico de grandes proporciones. No lo supe, solamente lo sospeché durante muchos años, pero esa película animada era en realidad "El Retorno del Rey", una adaptación para TV de El Señor de los Anillos, la cual era secuela de "El Hobbit" (otra película animada basada en la novela homónima). Algunos piensan que la adaptación realmente no le hace justicia a los libros, y que la caracterización no es adecuada; incluso, en la red, encontré un comentario de alguien que pensaba que el Bilbo de estas adaptaciones parece una rana. Yo pienso, así como con el filme de "El Maravilloso Mago de Oz" protagonizado por Judy Garland, que esta rana es protagonista de una buena versión y nada más.

Hubo otros intentos de adaptar al cine "El Señor de los Anillos". Por ejemplo, entre la mencionada adaptación de El Hobbit de 1977 por Jules Bass y Arthur Rankin Jr. y su secuela de 1980, la mentada El Retorno del Rey, hubo una adaptación con una caracterización de apariencia más oscura y titulada precisamente El Señor de los Anillos. Esta última fue dirigida por Ralph Bakshi y entre sus méritos contaba la técnica más o menos novedosa de animación del Rotoscopio (citando a Wikipedia: "...[método] usado para animar siguiendo una referencia filmada en vivo."). Lo novedoso es que hacía mucho tiempo que no se le usaba en un proyecto de tal resonancia (y recordemos que nunca es mucho tiempo). Al final, este filme que estaba contemplado para ser entregado por partes, nunca fue concluído.




Durante mi adolescencia leí una vez sobre un juego de video, creo que era para SuperNes, y lo calificaban de muy malo, una adaptación paupérrima (diría la Delma, eh) de la obra de Tolkien.

Recuerdo haber leído un poema de Tolkien una vez y quedé muy intrigado.

Por todo lo anterior, cuando supe que iban a adaptar esta serie literaria al cine me entusiasmé bastante, y debo decir que La Comunidad del Anillo me encantó, Las Dos torres me impactó cuando la vi por vez primera, pero El Retorno del Rey, aún cuando sí me impresionó, me pareció que sí había perdido algo de la magia. La lectura de los libros se dio de manera paralela a la aparición de los filmes, sin embargo no de una manera cronológica exacta puesto que primero leí Las Dos Torres, luego El Retorno del Rey, si no me equivoco siguió El Hobbit, para finalizar con La Comunidad del Anillo. Por supuesto, las novelas me gustaron muchísimo más que los filmes de Peter Jackson, y no le perdoné que eliminara a personajes importantes (como Tom Bombadil) simplemente porque no eran de su gusto, o que cambiara escenas según su criterio. Será que soy purista.

En cuanto a los libros de JRR Tolkien, reitero que me parecen mejores que los filmes, pero debo de aclarar que cada una de las adaptaciones tiene aspectos interesantes, incluso el simple hecho de ver en la pantalla a personajes tan memorables.



Pd. ¿No es verdad que Gustavo Cerati es igualito al Frodo de este poster?


http://upload.wikimedia.org/wikipedia/en/4/40/The_Lord_of_the_Rings_%281978%29.jpg
http://taroogs.files.wordpress.com/2007/12/the-hobbit-1977.jpg

lunes, 1 de septiembre de 2008

Número 23: El Maravilloso Mago de Oz

El Maravilloso Mago de Oz, obra de Lyman Frank Baum, me llamó la atención desde que era niño. Cuando tenía 11 años, creo, vi por primera vez el filme de 1939, protagonizado por Judy Garland. A mi criterio es una versión interesante, pero sólo eso: una versión.


Fue en el año 2004 que encontré el libro "El Maravilloso Mago de Oz" en un puesto de libros usados en la USAC. Le faltaba un trozo de la última página, pero me di cuenta que era una novela difícil de conseguir y desde hacía años tenía curiosidad por leerla. Y fue bueno porque me encontré con un mundo muy interesante, con ingeniosos juegos de palabras que movían a la jocosidad, con varias historias entrelazadas, siendo la central, por supuesto, la odisea de Dorothy por regresar a Kansas.


Pero, hay una parte intermedia entre ese niño de 11 años que vio el filme con Judy Garland y el tipo de 24 que leyó la novelita infantil. Está el adolescente de 16 ó 17 años que vio otra película: Zard'Oz. Era esta cinta de ciencia ficción una historia post-apocalíptica protagonizada nada menos que por Sean Connery. En ella se retomaba la premisa del falso "portentoso", y tenía una secuencia final que nunca he podido olvidar, y que no voy a arruinar tratando de describir.
En el miniprólogo que incluía Frank Baum en "El Maravilloso...", él enfatizaba que su intención era crear una nueva tradición de cuentos de hadas, la estadounidense, que estuviera libre de todo ese terror que impregna los cuentos germánicos coleccionados y transcritos por los hermanos Grimm. Sin embargo, en la adaptación fílmica "Return to Oz" (click, encima del título para ver la primera parte y siguientes en Youtube) algunos personajes parecen escalofriantes, cosa en la que tiene mucho que ver la caracterización de los personajes, así como la excelente banda sonora. "Return to Oz" (este link es para el artículo en Wikipedia) no es perfecta, pero es entretenida y tiene cosas muy buenas.

Finalmente quiero citar un artículo que leí hace años en Selecciones del Reader´s Digest (la verdad es que ya no soy tan afín a esta revista, pero me asusté cuando no encontraba la edición que voy a extractar a continuación, la nostalgia, ya saben...):

"El plan de El Portentoso mago de Oz es por demás sencillo. Según explica el autor en la introducción del libro, se propuso eliminar 'los horripilantes y crueles episodios' que hay en los antiguos cuentos de hadas. Quiso, asimismo, prescindir de "los genios, enanos y hadas de clisé'. Y lo logró cumplidamente. El espantapájaros viviente, el hombre de hojalata, el león cobarde, de igual modo que los demás personajes de Baum, tienen su propia originalidad e individualidad.

El mejor logrado de ellos es talvez Dorotea. A diferencia de la inmortal Alicia que discurre discretamente por el País de las Maravillas sin tratar de influir para nada en el curso de los acontecimientos, Dorotea - aunque amable y candorosa en todo instante - es una personita de ánimo resuelto, que sabe lo que quiere. Se ha propuesto volver al lado de sus tíos. Lleva la voz cantante en el grupito aventurero. Aún cuando busca consuelo en el leñador, consejo en el espantapájaros y amparo en el león, es evidente que todos ellos se sentirían perdidos si les faltase Dorotea... Pertenece tan por entero (Dorotea) a los Estados Unidos como pertenece Alicia, la del País de las Maravillas, a la Inglaterra de la época victoriana."

Mannix, Daniel. El mago creador de Oz. Selecciones del Reader´s Digest septiembre de 1966, artículo condensado de "American Heritage".

Pd. Ya no mencioné nada sobre el animé basado en esta historia. Hay un excelente artículo en el blog del Capitán Quasar, hagan click sobre el nombre si desean leerlo.



http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/d/d2/Wizard_title_page.jpg
http://www.smh.com.au/ffximage/2005/11/21/Wizard_051121093613245_wideweb__300x282.jpg