lunes, 5 de enero de 2009

Número 44: Moonraker


Ya ha pasado bastante tiempo desde que escribí la reseña de "Vivir y dejar morir", la cual me salió bastante extensa, pero es que daba bastante para hablar (o escribir, en este caso).

Me han pedido que explique a qué filmes de Bond me refiero cuando hago críticas tan punzantes y amargas. Voy a tratar de aclarar. Lo que sucede es que a mí, en lo personal, no me convencen los filmes basados en obras literarias; salvo contadas excepciones. Casi siempre que he visto un filme y luego he leído la obra en la cual se basó, termino decepcionado. Y no digamos cuando es al revés y primero he leído la obra y luego veo la adaptación. Incluso, han sido mayores mis disgustos cuando se trata de un cómic, como ya he registrado en este blog, específicamente en la serie de novelas gráficas. Así que no es una época específica dentro de la filmografía de Bond la que no me agrada sino en general. Pero he de reconocer que dentro de mi intransigencia, soy de los que piensan que Sean Connery ha sido el mejor Bond, y quizás las películas por él protagonizadas hayan sido las más cercanas al espíritu de las novelas. Aún cuando no he visto ninguno de los filmes protagonizados por Daniel Craig, he leído que el enfoque que le han dado al personaje en estas cintas es más similar al Bond inexperto de las primeras novelas de Ian Fleming, aún cuando el despliegue de efectos especiales y las secuencias de acción sean tan exageradas que borren todo rasgo de verosimilitud.

Ahora, hecha la aclaración, paso a Moonraker.

Hace años vi algunas escenas de Moonraker, la cual era protagonizada por Roger Moore y, por lo que vi, algunas de las secuencias tomaban lugar en una especie de estación espacial. Esta fue la visión fílmica. Pero, lejos de lo anterior, Moonraker se desarrolla en Inglaterra. Aquí encontraríamos el primer obstáculo. Punto importante que debemos recordar es que Bond es un agente de MI-6, el servicio secreto de Su Majestad, y esta agencia no tiene jurisdicción ni competencia dentro del territorio británico (al menos dentro de la novela, ya que sus funciones son el espionaje externo y contraespionaje interno y su jurisdicción definida como: "Gobierno del Reino Unido"), exceptuando las colonias (recordemos la actuación de Bond en Jamaica en "Vivir y dejar morir" ). Así que, ¿Qué tiene que estar haciendo Bond ejerciendo funciones dentro de la isla de Gran Bretaña? Pues, resulta que Sir Hugo Drax, un multimillonario que demuestra ser un tramposo jugador de cartas al principio de la historia y quien es un héroe nacional para el pueblo inglés, está construyendo un arma de destrucción masiva, nada menos que un mísil inter-oceánico para colocar al imperio británico en una posición de ventaja en cuanto a sus adversarios y, aún, sus aliados (¿Por qué no?). Justamente, se ha llegado a la fase del proyecto en la cual el armatoste ya está construído y hay que probar su funcionalidad, pero uno de los científicos de cohetes (no pude resistirme a la broma) alemanes (reclutados por el mismo Sir Hugo) ha asesinado a uno de los agentes encubiertos de la Sección Especial (conocida como "Special Branch", un departamento que se encuentra entre MI-5, el FBI británico y la SO 13, la sección policíaca metropolitana antiterrorista), mientras jura su amor por el otro, quien resulta ser una bella y joven mujer, Gala Brand. Aquí entra Bond, a quien le asignan la tarea de verificar la seguridad del Moonraker (Lameluna, como lo traducen en la edición de Albón que leí), el poderoso mísil, y muy importante la del buen Sir Hugo que no mata ni una mosca.

Hemos de comprender que la temática de Moonraker era de gran actualidad para la época cuando fue escrito. Primero, se planteaba el tema de las armas nucleares con alcance transcontinental, idea que daría tantas pesadillas a los ciudadanos de las superpotencias en los años posteriores de la Guerra Fría y que ocuparía a los escritores en distintas obras de ficción, algunas memorables como Dr. Strangelove o Fail Safe (por extraño que pudiera parecer, únicamente he visto la última, la cual se supone que plagió a la primera). Retomaba el tema de las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, al presentarnos al equipo de científicos alemanes encargados de construir el Lameluna. Una vez más, contraponía la seguridad nacional de una potencia occidental ante los temibles soviéticos, quienes son mostrados como inmisericordes. Pero, más allá de la temática, lo que me parece más importante es la forma acertada como Ian Fleming nos envuelve en la trama, y ya se ha dicho cómo lograba hilar un capítulo con otro y dejarnos en suspenso, siempre queriendo leer más. Una vez más es la proeza humana de Bond la que logra salvar el día, y es posible quedarse hasta el último momento pensando, "todo está perdido". El juego policíaco, al más puro estilo Scotland Yard, es excelente, aún cuando tenga sus momentos de candidez.

Pero lo mejor de todo, Sir Hugo Drax logra el cometido de ganarse todo nuestro odio. Es un personaje sumamente repugnante. Y aún, Fleming nos hace dudar a cada momento de su supuesta inocencia.

Una obra excelente con todo el Bond que uno pudiera querer. Ah, y lo menciono sólo por encimita, Gala Brand realmente le mueve a Bond su corazoncito...




1 comentario:

el Kontra dijo...

Lo mejor de la película es Michael Lonsdale interpretando a Drax.